Opinión

CREO EN LA RESURRECCION…

Fausto García

“El hombre que oculta su pasado se niega a sí mismo”. (Fausto García)  

En varias ocasiones y varias personas me han preguntado que si yo creo en la reencarnación o en la resurrección.  Aun sintiendo que mi fe era incipiente decía que no creía en la primera.  Con el padre Dubert aprendí a decir, y creo, que todos los que nos llamados cristianos debiéramos decirlo sin titubeos: La idea o tema de la reencarnación es un disparate. Sí, eso es, con el perdón de los que crean en ella, a lo cual tienen derecho, lo mismo que no creer en Dios, aunque como dijo Chesterton “Cuando se deja de creer en Dios, se cree en cualquier cosa”

El 15 de agosto es la fiesta de la Asunción de la Virgen María. De mi oriunda comunidad cristina, Corazón de María, convertida luego en la Parroquia Santa Lucía del Residencial Henríquez, Cecara, Las Cayenas y demás sectores aledaños, aprendí del padre Jaime Reynee *MSSCC”, español, la distinción entre ascensión y asunción.  Esto por allá a inicio de la década de los noventas. Decía él, que la ascensión es subir (Jesús sube por si solo); y la asunción es que lo suben (a la Virgen María) la subieron. Esta fiesta de la asunción cumple en este 2023, 73 años.  Es el último dogma de nuestra iglesia.  Un dogma es una declaración de fe que se acepta sin discusión. Decía San Agustín, que los asuntos de fe no se discuten, se aceptan o se rechazan y punto. Yo acepto y creo en la resurrección y también en la asunción de la Virgen María. Tengo muchos hermanos cristinos no católicos a quienes amo y respeto, y sé que ellos a mi también. Un dato o hecho curioso, o testimonio, es que en el 1989 una hermana de la iglesia, muy devota de la Virgen, me regaló un Biblia, que es la que aún uso. Con ella incluso salía a evangelizar y participábamos en los grupos de oración, pues era Carismática. Al cabo de unos años, dejó de ser católica y pasó a una congregación cristiana evangélica como decimos. Al día de hoy, sigue siendo mi hermana en la fe, oramos uno por el otro y nos amamos igual en Cristo. Agraciadamente, nunca hemos hablado de su cambio a otra iglesia, ni yo le he reprochado tal decisión.  Ya lo he contado otras veces, pero nunca sobra decir estas cosas cuando inútiles diferencias nos separan del objetivo real: anunciar a Cristo y Cristo crucificado, como dice San Pablo. A seguidas termino con el padre Santiago Martín:

Queridos catequistas, esta semana tendremos la bendición de celebrar la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma al cielo. Ella acudió, por fin, a reunirse con su Hijo y Él la pudo volver a abrazar, pero esta vez para estar juntos toda la eternidad. La Asunción de María es una garantía más de que hay vida eterna y que es posible estar ese tiempo infinito no sólo con Dios sino también con nuestros seres queridos, como les pasó a Jesús y a María. El encuentro de Cristo con su Madre es un anticipo de lo que nos sucederá a nosotros si morimos en gracia y si han muerto en gracia los que nos han precedido y a los que tanto hemos amado. Este dogma (el último de los aprobados y que tiene como fecha el año 1950) significa también que no sólo nuestra alma sino también nuestro cuerpo, como cuerpo glorioso, resucitara; es lo que confesamos con la fórmula “creo en la resurrección de la carne”. Además, la presencia de María en el cielo implica que s allí donde está ya nuestra Madre, nuestra abogada, nuestra intercesora, aquella a la que llamamos consuelo de afligidos, refugio de pecadores y auxilio de cristianos. Estas grandes enseñanzas las recordamos en este día y renovamos nuestra adhesión a éste y a los otros dogmas de la Iglesia.

 

1ª Carta a los Corintios 15, 3-9: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo… Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. (santiago@frmaria.org) faustogarcia2003@yahoo.com

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