Cuba acogerá el viernes una cumbre extraordinaria del G77+China, integrado por más de un centenar de países de Asia, África y América Latina, que tiene como objetivo promover un nuevo orden internacional menos “injusto”.
Más de una treintena de jefes de Estado y de gobierno acudirán a la reunión de alto nivel los días 15 y 16 de septiembre en La Habana, entre ellos Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Alberto Fernández, de Argentina, y Gustavo Petro, de Colombia, así como el sudafricano Cyril Ramaphosa y el secretario General de la ONU, Antonio Guterres.
El grupo, creado por 77 países en 1964, se amplió hasta integrar a 134 naciones de Asia, África y América Latina, mientras que China participa de forma externa y estará representada en esta cumbre por Li Xi, responsable del control disciplinario dentro del Partido Comunista de China.
Desde que Cuba asumió la presidencia pro-tempore en enero, La Habana apeló a la “unidad” de sus miembros para luchar contra “intereses mezquinos de quienes pretenden mantener inamovible el injusto orden económico actual”.
Guterres inaugurará el encuentro tras acudir las últimas semanas a varias reuniones internacionales como la de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en agosto en Johannesburgo, que se expandió con seis nuevos miembros.
Y la semana pasada en Nueva Delhi a la cumbre de las principales economías, agrupadas en el G20, que concluyó con divisiones sobre Ucrania y el cambio climático.
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“Esta multiplicidad de cumbres refleja la creciente multipolaridad de nuestro mundo”, declaró Guterres a la prensa a finales de julio.
El cónclave de La Habana abordará “Los retos actuales del desarrollo: papel de la ciencia, la tecnología y la innovación”.
“El G77 es la voz del Sur Global, el mayor grupo de países de la escena internacional”, añadió
Como presidente pro-tempore, Miguel Díaz-Canel ha representado al G77+China en diversos foros internacionales, incluida la cumbre de América Latina y la Unión Europea en julio en Bruselas y otra reunión de mandatarios un mes antes en París, donde se discutió cómo impulsar un nuevo paradigma financiero internacional.
Para la isla comunista, que atraviesa su peor crisis económica en tres décadas, la presencia de jefes de Estado y de gobierno de diferentes regiones del mundo representa una oportunidad para desplegar su capacidad diplomática.
“A pesar de la situación tan precaria que pone en incertidumbre incluso la capacidad del gobierno de manejar al país” para que la población tenga “mínimos niveles de sobrevivencia”, una elevada deuda, protestas sociales inéditas y emigración a gran escala, la asistencia de estos mandatarios representa “un espaldarazo al gobierno cubano”, dijo a la AFP Arturo López-Levy, profesor visitante en la Universidad Autónoma de Madrid.
“Es difícil no reconocer que, a pesar de la dificultad del momento, Cuba ha sido reconocido como un interlocutor válido”, agregó el experto en relaciones internacionales.