Cuidado de áreas protegidas

El medio ambiente es fundamental para la supervivencia del país en la porción de la isla que nos ha tocado como espacio para desarrollar nuestra existencia.
Envueltos en los afanes de las redes sociales y los avatares políticos, solo nos ocupamos, de tiempo en tiempo, de lo que ocurre en nuestros apabullados bosques y en nuestros abusados ríos.
Con el tiempo, se ha organizado un sistema de áreas protegidas que se «protegen» durante un período, pero poco después esa protección cae en una especie de limbo y apenas se les presta atención mínima; un ejemplo de ello son las dunas de Baní.
Pero, como si fuéramos un país realmente afortunado, de tanto en tanto surge un ángel —local o extranjero— que nos llama la atención para que volvamos la mirada hacia los bosques y abandonemos, aunque sea momentáneamente, esa conducta ciudadana líquida, fugaz e indiferente ante nuestra propia realidad.
Ahora, el experto ambiental Ramón Oviedo Sánchez Peña, en una conferencia ofrecida en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), nos invita a «repensar el modelo actual de conservación y gestión de los espacios naturales del país», poniendo énfasis en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP). Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son espacios terrestres o marinos que se establecen para preservar y conservar la biodiversidad, la cultura y los bienes y servicios ecosistémicos. Estas áreas se crean para proteger especies en peligro de extinción, ecosistemas críticos y recursos naturales valiosos.
El conferencista explicó que, aunque contamos con 132 áreas protegidas —una cifra significativa que cubre el 26.6% del territorio nacional y el 10.8% de la superficie marina— muchas de ellas, aseguró, solo existen en el papel. No identificó cuáles son estas áreas, pero sí señaló la falta de personal capacitado, la escasa inversión, la débil gobernanza y la pobre interacción con las comunidades locales.
La conservación y preservación del medio ambiente es esencial para garantizar el bienestar humano y la supervivencia de especies en riesgo. Las áreas naturales protegidas son clave para mantener la biodiversidad y los ecosistemas. Además, la preservación ambiental genera beneficios económicos y sociales: puede crear empleos e ingresos a través de actividades turísticas y de conservación. También es fundamental para asegurar el acceso a recursos esenciales como el agua potable y los alimentos.
El presidente Luis Abinader, en su reciente visita a Brasil, hizo un llamado a construir un gran pacto climático hemisférico para enfrentar los efectos del cambio climático, advirtiendo que esta es la amenaza más urgente que enfrenta la región.
Durante su intervención en la Cumbre Brasil–Caribe, celebrada el pasado viernes, el mandatario subrayó la urgencia de una acción conjunta ante fenómenos como los huracanes extremos, la pérdida de biodiversidad y la proliferación del sargazo.
«La amenaza más urgente que enfrentamos es el cambio climático; sus efectos devastadores ya los sentimos con fuerza en el Gran Caribe: huracanes extremos, sequías, inundaciones, pérdida de biodiversidad«, advirtió Abinader. Señaló, además, que las naciones con mayor responsabilidad histórica deben asumir un rol protagónico en el financiamiento de soluciones sostenibles, según reseñó Diario Libre en su edición del pasado viernes.
Esa posición asumida por el Jefe de Estado en un escenario mundial demuestra, sin duda, su plena conciencia sobre la importancia de preservar, con énfasis y criterios patrióticos, esos espacios naturales, cuya relevancia estratégica para nuestra supervivencia nacional ha sido destacada por Frank Moya en su libro Doctrinas y Políticas de Medio Ambiente y Recursos Naturales. En su obra enfatiza que sin agua no habrá víveres. Y agrega: «lo que va a venir son conflictos por el agua y eso tiene mucho que ver con lo que se llama ahora seguridad nacional».
Estoy convencido de que la protección y el enriquecimiento de nuestro medio ambiente, con especial atención a las áreas naturales protegidas, es tan importante para nosotros como lo es la defensa de nuestra soberanía frente al desborde de la inmigración haitiana. En consecuencia, sugiero al presidente alentar un pacto nacional con la participación de la comunidad representada en las organizaciones vecinales, distritales, municipales y provinciales, con el fin de promover la educación y la conciencia ambiental, en favor de la preservación de nuestras riquezas naturales.