Internacionales

El infierno de Jaycee Dugard: mujer que duró 18 años secuestrada por violador y le tuvo dos hijas

El 26 de agosto de 2009, cuando ya tenía 29 años y dos hijas producto de los abusos de su secuestrador, recuperó su libertad gracias a las sospechas de una asistente social que denunció a la policía las extrañas actitudes de un supuesto “pastor”.

Raptada por un matrimonio cuando iba a la escuela, no pudo siquiera pronunciar su verdadero nombre ni pedir auxilio. Podía haberla rescatado mucho antes, pero la policía ignoró todas las pistas.

-Mamá, soy yo, Jaycee”, escuchó decir del otro lado del teléfono la señora Terry Probyn a una voz de mujer que no reconoció.

— “No me hagas esto. No es gracioso”, respondió Terry, que a lo largo de los años había recibido muchas llamadas como esa, bromas de mal gusto que la hacían estallar.

— “No, mamá, soy yo, Jaycee, de verdad”, insistió la voz.
Cuando la encontraron y pudieron identificarla, Jaycee Lee Dugard tenía 29 años y se parecía muy poco a la niña de 11 cuya foto sonriente había saturado primero las calles del tranquilo pueblo rural de Meyer, en el Estado de California, y luego las listas de personas desaparecidas en Estados Unidos.

Durante dieciocho años había vivido a solo 240 kilómetros del lugar de su secuestro, primero esposada a una cama, después encerrada sin poder salir y finalmente moviéndose con cierta libertad por las calles de Antioch pero presa de otras cadenas, las psicológicas producidas por casi dos décadas de abusos, que le impedían siquiera decir su verdadero nombre.
Durante todo ese tiempo la policía pudo haberla encontrado decenas o quizás centenares de veces, una cifra que se calcula solo repasando la cantidad de ocasiones en que los agentes visitaron la casa donde la tenían secuestrada para monitorear al convicto que vivía allí, beneficiado por una libertad domiciliaria cuando cumplía una pena por violación.

Más de una vez, en esas visitas, vieron a una niña – y luego a una adolescente – de pelo rubio y actitud sumisa, que el secuestrador – si le preguntaban – decía que era la hija de su hermano que estaba de visita.

Con el paso del tiempo, tampoco repararon que las dos niñas que el violador con domiciliaria y su mujer presentaban como propias, cuando en realidad se parecían mucho a la joven rubia y no a la supuesta madre.

Sin esposas en las muñecas, pero siempre encadenada mentalmente, Jaycee estaba repartiendo folletos religiosos junto a su secuestrador – devenido pastor – en la Universidad de Berkeley, donde finalmente la encontraron.
Y no fue la policía la que la descubrió y la rescató allí, el 26 de agosto de 2009, sino una asistente social de mirada aguda que notó algo raro en su comportamiento.

Phillip Garrido y su esposa poco después de su arresto el 27 de agosto de 2009 en Placerville, California. Phillip Garrido, un violador convicto, y su esposa Nancy admitieron haber secuestrado a Jaycee Lee Dugard en 1991 cuando tenía 11 años y haberla mantenido cautiva durante los últimos 18 años (Photo by El Dorado County Sheriff via Getty Images)

A la vista de todos

Jaycee fue secuestrada la mañana del 10 de junio de 1991, a plena luz del día, cuando caminaba hacia la parada del ómnibus escolar, en la esquina de su casa. La nena era una de las pocas caras nuevas que había en Meyers, donde vivía con su familia desde hacía menos de un año.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba