El maltrato a la vejez: derechos escritos, vidas olvidadas

Por Abril Peña
ElPregoneroRD- Cada 15 de junio se conmemora el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, pero en República Dominicana esa conciencia todavía no ha llegado.
No cuando seguimos ignorando que la vejez es la etapa más desprotegida del ciclo de vida.
El maltrato ocurre… y casi nadie lo denuncia
Según datos del Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE):
Entre 2017 y 2021 se registraron más de 2,500 casos de maltrato o discriminación por edad. En 2021, solo se formalizaron 469 denuncias y apenas 220 recibieron sanción. Aunque la ley reconoce el “edadismo” como una forma de discriminación, solo 87 casos fueron tipificados como tal.
La mayoría del abuso no ocurre en instituciones, sino en los hogares, donde reina el silencio y la dependencia emocional o económica. El maltrato no siempre deja moretones. A veces se llama abandono, otras veces burla, indiferencia o exclusión.
Una ley avanzada… que casi nadie conoce
Desde 1998 existe en el país la Ley 352-98, que establece los derechos de las personas envejecientes.
Sobre el papel, la ley es ambiciosa. Promete:
Atención médica gratuita y prioritaria. Vivienda digna, educación, recreación y cultura. Trabajo sin discriminación por edad. Centros geriátricos públicos. Exoneración de impuestos para mayores de 65 años. Prohibición de discriminación por salud, edad, origen, credo o discapacidad.
Pero en la práctica, todo eso suena como ficción.
Los servicios son escasos, las instituciones no dan abasto, y el acceso a esa supuesta protección está limitado a quienes tienen suerte, contactos o fuerza para reclamar.
La mayoría de los adultos mayores no conoce sus derechos, y quienes los conocen, muchas veces no tienen a quién reclamarlos.
El Estado falla. La familia falla. La sociedad falla.
Este 15 de junio no basta con recordar que la vejez merece respeto. Hay que asumir que la mayoría de nuestras políticas envejecen sin aplicarse. La inmensa mayoría de las personas mayores no maltratadas vive con miedo, sin denuncia, sin apoyo.
Decir “solo 469 denuncias” es casi ofensivo frente a una población envejecida que sigue siendo ignorada.
Porque la vejez no debe ser ni sinónimo de soledad ni de sufrimiento. Es tiempo de ver lo que no queremos ver. Es tiempo de proteger lo que dejamos atrás.