El sofisma de los pactos fiscales
Amigo Lector:
Como Usted habrá podido percibir, por los eventos económicos recientes de estos últimos cinco años, los gobiernos siempre enfatizan la conveniencia de “Un Gran Pacto Nacional” donde el elemento Fiscal es preponderante.
Esto asi, debido a que, si no hay cuartos, se vienen abajo todas las promesas de los actores políticos de estas naciones. De ahí la importancia de arribar a un Pacto Fiscal, bien maquillado, surrealista y lleno de lagunas funcionales que solamente alimentan los corazones indefensos de unos y los bolsillos de otros.
I-Elementos estructurales básicos de un Pacto Fiscal (funcional o no):
Un Pacto Fiscal a nivel nacional es un acuerdo legal entre el gobierno central y la Sociedad Civil para garantizar la disciplina y la estabilidad fiscal. Los elementos estructurales que deben incluirse en dicho Pacto son:
1.Reglas presupuestarias: Estas reglas definen el nivel máximo de déficit y deuda en el que pueden incurrir los gobiernos. También especifican las condiciones bajo las cuales éstos pueden pedir dinero prestado.
2.Transferencias fiscales: Son pagos realizados por el gobierno central a sus dependencias y algunos “favorecidos” del sector privado, para ayudarlos a financiar sus gastos. El pacto debería especificar los criterios para determinar el monto de las transferencias y las condiciones bajo las cuales se realizarán dichas transferencias o aportes.
3.Reparto de ingresos: Se refiere a la distribución de los ingresos tributarios entre el gobierno central y otros sectores no gubernamentales donde el estado está obligado a especificar la fórmula para calcular la proporción de ingresos, que recibirá cada nivel de estos sectores y su nivel de aporte, al bienestar social de una nación.
4.Mecanismos de rendición de cuentas: Estos mecanismos garantizan que los gobiernos rindan cuentas de su desempeño fiscal. Incluyen requisitos de presentación de informes, procedimientos de auditoría y sanciones por incumplimiento. Además, de identificación de las fuentes para le reinyección de estos fondos en el barril sin fondo que representan las Cuentas Nacionales.
5.Mecanismos de aplicación: Estos mecanismos garantizan que el pacto se aplique de manera efectiva. Incluyen sanciones por incumplimiento, como la retención de transferencias u otras sanciones económicas y financieras, a corto y mediano plazo.
EN RESUMEN: Un Pacto Fiscal a nivel nacional, es una herramienta importante para promover la disciplina y la estabilidad fiscal y garantizar que los gobiernos operen dentro de sus posibilidades. Puede ayudar a prevenir el endeudamiento excesivo, reducir los desequilibrios fiscales y promover el crecimiento económico sostenible.
Además, los elementos estructurales que deben incluirse en dicho Pacto son normas presupuestarias, transferencias fiscales, reparto de ingresos, mecanismos de rendición de cuentas y mecanismos de aplicación y sanción. Estos elementos ayudan a garantizar que los gobiernos operen dentro de sus posibilidades y rindan cuentas de su desempeño fiscal.
Finalmente, La política fiscal se refiere a los programas de gasto y las políticas tributarias, que utiliza el gobierno, para guiar la economía. Los impuestos y el gasto público son las principales herramientas utilizadas para llevar a cabo la política fiscal. La política fiscal está en constante cambio y es el plan estratégico del gobierno para administrar la economía en el corto, mediano y largo plazo dando prioridad al gasto, el endeudamiento y los impuestos.
II-El tránsito, de lo teórico a lo eminentemente pragmático:
1.Los aspectos teóricos de la estructura de un Pacto Fiscal y el pragmatismo a veces pueden estar en desacuerdo entre sí. El pacto fiscal está diseñado para garantizar la disciplina y la estabilidad fiscal, pero en la práctica, puede resultar difícil de implementar.
NOTA: Uno de los principales problemas es que las reglas y regulaciones que rigen el pacto pueden ser complejas y difíciles de entender, lo que puede dificultar que los gobiernos y los sectores de las “fuerzas vivas de la nación” las cumplan. Además, la permisividad gubernamental, en lo referente a ser benevolente con sectores poderosos de la economía nacional, crea un marco de privilegios irritantes.
2.Otro problema es que el Pacto puede limitar la flexibilidad de los gobiernos para responder a las condiciones económicas cambiantes. Por ejemplo, si un gobierno enfrenta una recesión económica, es posible que necesite aumentar el gasto para estimular la economía. Sin embargo, si el Pacto Fiscal limita su capacidad para pedir prestado dinero o incurrir en déficit, es posible que no pueda responder eficazmente. Por ende, en estas circunstancias, siempre prima el clientelismo político y no la racionalidad teórica del Pacto.
3.También existe el riesgo de que el Pacto pueda conducir a una pugna entre los sectores pujantes de una economía. Esto asi, ya que compiten entre sí para atraer inversiones ofreciendo exenciones fiscales u otros incentivos. Esto podría socavar la eficacia del pacto y provocar más desequilibrios fiscales. (Ejemplo: Turismo y Energía).
4.A pesar de estos desafíos, un Pacto Fiscal, a nivel nacional, puede ser una herramienta eficaz para promover la disciplina y la estabilidad fiscales, al garantizar que los gobiernos operen dentro de sus posibilidades y rindan cuentas de su desempeño fiscal. Además, se puede ayudar a prevenir un endeudamiento excesivo, reducir los desequilibrios fiscales y promover el crecimiento económico sostenible.
III-Epilogo:
Como el amigo Lector habrá podido apreciar, la estructuración de un Pacto Fiscal además de ser un ejercicio académico tipo “Céteris Paribus” adolece de elementos pragmáticos que garanticen su ejecución y sostenibilidad, en el tiempo. Sin embargo, también hay que reconocer, que podría resultar en una poderosa herramienta de Rayos “X” de la economía de un país, en un momento histórico determinado. Ahora bien, entrelazarlo con devenires futuros es un poco peregrino, debido a que el factor de incertidumbre y la improvisación siempre serán determinantes en su ejecución.
Esto asi, debido a que tanto en Europa, como en los Estados Unidos de Norteamérica se ha fijados “topes” a los techos de la deuda pública, emisiones monetarias, gastos corrientes, etc, que nunca se cumplen, no importa cuán econométricos sean los cálculos de dichos topes. De nuevo, la teoría se cae de bruces ante el pragmatismo clientelar de los Estados-Nación