Francisco, entre los 11 papas más icónicos

Por Pedro Cruz Pérez

A lo largo de dos milenios, la figura del Papa ha sido mucho más que la del líder espiritual de los católicos. Desde San Pedro hasta el actual pontífice Francisco, 266 papas han guiado a la Iglesia, pero solo algunos han dejado una huella tan profunda que merecen el calificativo de icónicos. Hoy, el papa Francisco se encuentra entre ellos, no solo por romper moldes, sino por revitalizar la esperanza de una Iglesia más cercana y comprometida con los desafíos del siglo XXI.
La lista inicia con San Pedro, el primer papa, figura fundacional y mártir en Roma. Su rol como piedra sobre la cual se edificó la Iglesia le otorga un valor simbólico incuestionable. En el siglo V, León I “el Magno” logró contener la amenaza de Atila el Huno, consolidando al Papa como defensor de la civilización. Le siguió Gregorio I, también “el Magno”, quien reformó la liturgia y dio nombre al canto gregoriano, fortaleciendo la dimensión espiritual y cultural del papado.
Ya en la Edad Media, Urbano II convocó la Primera Cruzada, estableciendo la capacidad del papado para movilizar al mundo cristiano. Inocencio III, en ese mismo periodo, llevó el poder pontificio a su máxima expresión, subordinando a reyes y consolidando el dominio espiritual y político del Vaticano. En el Renacimiento, Julio II, mecenas de las artes, fue responsable de la construcción de la Basílica de San Pedro y de encargar la Capilla Sixtina a Miguel Ángel, demostrando el vínculo entre fe y arte.
Pero no todo fue gloria. Con León X se incubó la Reforma protestante, al abusar de la venta de indulgencias. Su legado es paradójico, aunque cuestionado, fue el catalizador de una renovación doctrinal inevitable. Más adelante, Pío IX, con el pontificado más largo, proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción y convocó el Concilio Vaticano I, reafirmando el poder espiritual en tiempos de crisis política.
En el siglo XX, Juan XXIII transformó la Iglesia al convocar el Concilio Vaticano II, modernizándola, abriéndola al mundo y al diálogo ecuménico. Juan Pablo II, carismático y global, recorrió el planeta, y se convirtió en una figura moral universal.
Y hoy, Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita, completa este panteón. Su estilo austero, su opción preferencial por los pobres, su llamado urgente por la protección del planeta y su apertura pastoral en temas sociales lo colocan entre los más influyentes de nuestra era. Revitalizó la Iglesia que muchos consideraban distante e hizo del papado una plataforma de diálogo, justicia y humanidad. Francisco no solo es un ícono contemporáneo, sino un eslabón vital en la cadena de líderes que han modelado la fe y la historia.