Aunque periodistas tenían impedido caminar al aire libre por los pasillos y las salas dentro del edificio del centro médico, por las franjas de los cristales que no estaban tintados se podía observar una de las salas, abarrotada de padres angustiados y sus hijos enfermos, en su mayoría con síntomas del virus que transmite el mosquito.
El panorama era desalentador por el área de Emergencias. Era el reflejo de la gravedad de la situación.
“Esa niña de esa silla tiene dengue”, dijo un hombre a Listín Diario, señalando a la joven que esperaba asistencia.
Indicó que la madre de la joven estaba desesperada por ser atendida debido a que “su hija tenía una fiebre muy alta”. “Esa niña tienen que atenderla rápido, mira cómo está”, comentó.
Desde afuera se observaba como la madre pegaba y recostaba de su cadera la cabeza de su hija.
Había otros padres de familia saliendo a tomar un respiro, esperando pacientemente la evolución de sus pequeños.
“Mi bebé esta mejor…”, dijo una madre, quien se limitó a dar su nombre y a no decir más que esas palabras y que “eran muchos afectados y los médicos y enfermeras estaban trabajando con los casos”.
No quería hablar con medios de comunicación.
Por lo que presenciaron periodistas, los más afectados eran los más pequeños.
La atmósfera era de intranquilidad. Eso era lo que reflejaban los rostros de los padres.
En medio de esas sombras de preocupación, también había rayos de esperanza.