Opinión

Jarabe Para La Memoria

Por Geovanny Tejada.

Jarabe Para La .-

¡Qué gato!

En mi barrio existió un personaje a quien la comunidad entera conocía con el mote de Chaveta, pero su verdadero nombre era Gilberto Trofel. Su carácter jovial y sus conversaciones amenas le permitía siempre tener una sonrisa en sus labios.

Chaveta siempre vivió en calle Abua Rodríguez, en la misma calle donde también vivía una señora llamada Carmela. En la casa de Carmela funcionaba lo que se conocía para la época como una “casa de cita”, allí frecuentaban mujeres dispuestas a satisfacer las apetencias sexuales de los parroquianos que asistían en busca de esos placeres.

Una ocasión llegó aquella casa una mujer de hermosa figura que llamó la atención del inefable Chaveta, pero éste tenía en el inconveniente de que sus pretensiones chocaban con una regla de oro que Carmela tenía en el manejo de su negocio. Carmela no permitía que hombres de Pueblo Nuevo, y más si eran casados, pisarán su casa, doña Carmela jamás podía darse el lujo de que ninguna mujer de un hombre ajeno fuera con reclamos aquel lugar.

Pero, Chaveta seguía en secreto pretendiendo la manceba y, por lo que luego sucedió, parecía que él tampoco le caía mal a la meretriz.

Una madrugada, Chaveta se levantó de su cama, y solo con un pantaloncillo como vestimenta, se dirigió a la casa de la celestina de manera sigilosa; logró penetrar a la segunda planta de la casa, lugar donde dormía su furtivo amor, tocó la puerta y la puerta se abrió.

Ya dentro de la casa, chaveta y aquella mujer estallaron en frenética pasión, provocando ruidos que despertaron a Carmela; de manera rauda Carmela subió a la segunda planta y le exigió a la mujer que le abriera la puerta; Chaveta al verse acorralado decidió saltar por la ventana cayendo el techo de cinc de la casa contigüa, y ya podrán imaginarse el escándalo que aquello provocó. Carmela preguntó, quién anda ahí? respondiendo Chaveta con el sonido onomatopeyico de un gato, miaaaaau. El Pipo! Qué gato! Dijo Carmela.

Chaveta ese día se levantó a las siete de la mañana y ya Carmela se encontraba barriendo el frente de su casa, quien al darse cuenta de la presencia de Chaveta, le dijo con un dejo de preocupación: “Chave” yo quería verlo. Para qué soy bueno doña Carmela? Es que los pantaloncillo del gato de su casa se quedaron en la mía, le dijo la veterana Carmela.

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