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José Antonio Rodríguez: el cantautor de La Romana criado en las faldas de una abuela poeta y un padre diácono

José Antonio Rodríguez se crió en un ambiente poético y musical. Su abuela Virginia Rodríguez era poetisa. Con ella aprendió a conocer las rimas y otras reglas de la poesía. Su tío Luis, bohemio, que tocaba la guitarra y componía canciones. Estas fueron las primeras fuentes de su inspiración, que con el tiempo se convertirían en su mejor carta de presentación en el mundo artístico.

Cuando tenía unos ocho años, todas las tardes, luego de almorzar y hacer su tarea, se convertía en el escribiente de su abuelita, quien había sufrido un accidente cerebro vascular, y estaba inhabilitada para escribir, doña Virginia, que había editado y publicado libros de poemas, le dictaba sus creaciones y José Antonio debía copiarlas, como parte de una tarea impuesta por su padre Juan Rodríguez Pepén.

“En ese momento yo no quería hacer eso porque como niño al fin lo que quería era salir a jugar con mis amiguitos, pero con mi abuela aprendí a conocer las rimas, los versos, los decasílabos y eso se fue sembrando en mí, desde muy chico”, recuerda.

Nacido y criado en La Romana, era mayor de tres hermanos, creció en medio de un ambiente familiar en donde sus tíos, primos y toda la familia se reunían en su casa los días festivos para visitar a la abuela.

“Cuando mi abuelita se hizo viejita, mi padre la llevó a vivir con nosotros, entonces en mi casa se armaban las veladas, las fiestas y convites, los días de Navidad, el día de las madres y otros días festivos. Mi tío Luis, que tenía una guitarra, componía canciones e iba a mi casa a cantarle a mi abuela y entonces, yo me fui nutriendo con todo eso”.

José Antonio Rodríguez

José Antonio Rodríguez, nativo de La Romana, llegó a la capìtal en 1974 y se estableció como uno de los cantautores más sobresalientes.JORGE MARTINEZ/LISTIN DIARIO

José Antonio aprendió a tocar la guitarra con su padre y su tío. A los 15 años ya tocaba piano y compró un órgano, el cual tuvo que pagar trabajando en bares, en La Romana.

Su padre, que era diácono, conocido y respetado por todo el pueblo, lo llevó a un burdel, en donde tocaba todas las noches.

En ese lugar muy conocido en ese entonces en La Romana tuvo que limitarse a tocar, pues las advertencias del padre era que debía trabajar para pagar el instrumento, sin probar alcohol y, mucho menos, siquiera mirar a algunas de las mujeres que trabajaban en el lugar.

“A mi padre lo conocía y lo respetaba todo el mundo, y cuando me dieron trabajo allí dejó sus instrucciones, y nadie se atrevía a inventar conmigo y yo saliendo del cascarón, imagínate, sin poder hacer nada”, relata en medio de carcajadas en el patio de Casa de Teatro durante la entrevista con periodistas de Listín Diario.

Precisamente en Casa de Teatro, el pasado viernes y sábado presentó su novedoso concepto musical, un concierto íntimo y tecnológico denominado “Monólogo del cantautor dentro del cajón” (lo del título por aquel dicho de hacerlo fuera del cajón).

Dos días antes conversaba con Listín Diario en medio del montaje, en Casa de Teatro, y como un niño inquieto se dejaba maravillar al revelar cómo se armó este original recital, que también llevará en lo que resta del año 2023 a Santiago, La Vega, La Romana y de nuevo a Santo Domingo.

José Antonio Rodríguez durante su conversatorio con los periodistas Ynmaculada Cruz Hierro y Ramón Almánzar.

José Antonio Rodríguez durante su conversatorio con los periodistas Ynmaculada Cruz Hierro y Ramón Almánzar.JORGE MARTINEZ/LISTIN DIARIO

En la entrevista, José Antonio accedió a mirar ese pasado musical que inició en La Romana y continuó en la Capital. Aquí llega en 1974, precisamente el año que se llevó a cabo el inolvidable festival “Siete días con el Pueblo”, un acontecimiento musical que reunió a decenas de artistas.

“Yo estudiaba en la Unphu, y no tuve la oportunidad de asistir a ninguno de los conciertos. En ese entonces vivía en el Ensanche Ozama, en una habitación de una familia amiga nuestra, y estaba advertido por mi padre para que no me metiera en actividades que tuvieran que ver con el comunismo”, recuerda.

Sin embargo, su destino estaba marcado. La música lo llevó a tocar con el grupo de merengue Los Paymasí y con La Familia André.

Luego conoció a Víctor Víctor, quien se convirtió en su mentor, a Claudio Cohén y a todos los cantautores que pululaban en los escenarios con canciones de protestas, de amor y desamor.

De sus primeros logros se encuentra el haberse convertido en ganador del primer lugar en el Festival de la Canción organizado por la Asociación de Músicos de la República Dominicana en 1984.

También obtuvo el primer lugar en el Festival Internacional de Viña del Mar, en Chile 1986, con la canción “Para Quererte”, que interpretó Maridalia Hernández.

Entre sus producciones discográficas se encuentran “José Antonio Rodríguez”, con arreglos de Manuel Tejada, Jochi Sánchez, Jorge Taveras y Juan Luis Guerra (1986). “Amor para voz y piano”, con la producción y arreglos de Jorge Taveras (1988) y “Se Vende”, producido y orquestado por Gonzalo Rubalcaba (1991).

Por igual, “Recuento”, con arreglos de Jorge Taveras, Manuel Tejada, Jochi Sánchez, Juan Luis Guerra, Gonzalo Rubalcaba y Pengbian Sang (1997); “Huellas”, producido por Manuel Tejada con Alex Mansilla como arreglista invitado (2001) y teniendo a Silvio Rodríguez, Carlos Varela, Maridalia Hernández y Patricia Pereira como voces invitadas y “Me quiere… No me quiere” (2009).

 

 

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