La renuncia de monseñor Víctor Masalles

Por: Rafael A. Escotto
Conmocionó e hizo que el pueblo cristiano de Baní llorara ante el anuncio repentino y doloroso a la vez, de que monseñor Víctor Masalles Pere había renunciado de su eminente obispado en la diócesis de Baní; el pueblo católico de la provincia Peravia lloró como Jesús lloró por Jerusalén tres veces cuando entró por última vez, fueron lágrimas de impotencia, de alegría, de cólera y de tristeza. Jesús lloraba, según Lucas, de su «gran sufrimiento, el sudor le caía a tierra como grandes gotas de sangre».
Observamos, metafóricamente, a monseñor Masalles desde este monumento literario desde el cual escribimos, decirles a los feligreses del pueblo de Baní: «Quédense aquí, mientras yo voy allí a orar».
Jesús invitó a Pedro, a Santiago y a Juan para que lo acompañaran. Esta vez no hubo invitados. A Masalles se le vio, como Jesús, entrar en tristeza y les dijo a los banilejos: «Estoy muy triste. Quédense aquí conmigo y no se duerman».
Naturalmente, Víctor Masalles se retira en silencio, un silencio como de Dios, el más trascendental de la historia de la Iglesia católica dominicana para remover el corazón de los dominicanos y hacerle volver su amor a Dios, como explicó el salmista.
A la ciudad de Baní, con todos sus campos, parajes y secciones, se le vio intranquila cuando no vio a monseñor Masalles. Lo mismo le sucedió a la ciudad griega de Corinto cuando no encontró a su hermano Tito.
Gracias a Dios que desde esta altura tan monumental y tan histórica vimos a esta dignidad irse de este pueblo triunfante, esparciendo por cada lugar que pasaba la fragancia de su conocimiento, de su sabiduría y de su filosofía cristiana. Para los dominicanos monseñor Víctor Masalles viene siendo como si fuera el aroma de Cristo entre los que «se salvan y entre los que se pierden».
Nos parece haber visto a este prominente sacerdote saliendo de la catedral Nuestra Señora de Regla, de Baní, y mientras caminaba se acercaron sus fieles en confusión y monseñor le mostró los edificios del templo. Y le dice nuestro obispo: «¿Ven todo esto? Tengan cuidado de que nadie los engañe —como advirtió Jesús—. Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán “yo soy el Cristo” y engañarán a muchos».
Víctor Emilio Masalles Pere es más que un obispo católico nacido en Barcelona España, es un economista dominicano egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y es también teólogo, graduado del Seminario Pontificio Santo Tomas de Aquino y ordenado sacerdote el 7 de julio de 1991 en la catedral de Santo Domingo, Primada de América. El 14 de diciembre de 2016 el papa Francisco lo nombró obispo de la diócesis de Baní y este pueblo cristiano y católico se llenó de alegría y de gozo.
Para poder llegar a la grandiosa obra sacerdotal del obispo Masalles tuvimos que ocuparnos en leer el libro «Los obispos», de Germán Sánchez Griese, y encontré que «Jesús instituyó la Iglesia para que la obra de la redención pudiera continuar a lo largo de todos los siglos venideros, hasta la consumación de los tiempos».
«Si bien Jesús permanece en su Iglesia y la asiste constantemente —explica Sánchez Griese—a través del Espíritu Santo, ha querido desde el inicio asociar a varios hombres en esta obra de la redención. Cristo llamó a doce hombres. Quiso asociarlos a su misión y así vivió con ellos, comió con ellos, pasó las mismas penalidades, sufrimientos y alegrías que ellos pasaron».
Estos doce hombres, según cuenta la historia bíblica, fueron llamados apóstoles. Cristo, al instituir a los doce, «formó una especie de colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él».
De esta manera, por disposición de Jesucristo, Pedro y los demás apóstoles formaron un grupo, grupo que se llama «Colegio Apostólico». Los sucesores de los apóstoles, de este colegio apostólico, son los obispos. Cuando el papa Francisco designó a Víctor Masalles obispo de Baní lo hizo pensando precisamente en darle significación y continuidad al Colegio Apostólico.
Entonces uno se pregunta: ¿quiénes fueron estos hombres? El autor nos lleva a san Clemente Romano para que nos explique quiénes fueron esos hombres, lo que hicieron y quiénes son ahora los continuadores de esta obra: «Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser pastores de la Iglesia de Dios».
Cada uno de los obispos, como lo fue Masalles, es el principio y apoyo visible de unidad en sus iglesias particulares. Continúa explicando Sánchez Griese en la magnífica obra citada que «como tales (los obispos) ejercen su gobierno pastoral sobre la porción del pueblo de Dios que le ha sido confiada, asistidos por los presbíteros (que son los sacerdotes) y los diáconos».
Como miembros del colegio episcopal, que es la reunión de todos los obispos, cada uno de ellos participa de la solicitud por todas las iglesias, solicitud que ejercen primeramente dirigiendo bien su propia iglesia, como porción de la Iglesia universal.
Habría que preguntarnos, finalmente: ¿cuáles son las funciones de los obispos, como lo fue Víctor Masalles en Baní? Enseñar, santificar y gobernar.
Enseñar. Anunciar a todos el Evangelio de Dios, según el mandato que nos dejó Cristo de ir por todo el mundo para predicar el Evangelio.
Santificar. La eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia particular. Por lo tanto, al obispo le toca ser el administrador de la gracia del sumo sacerdote, en particular en la eucaristía que él mismo ofrece o cuya oblación asegura por medio de los presbíteros (sacerdotes).
Gobernar. Tener como modelo a Cristo, Buen Pastor, y no de acuerdo a los criterios humanos del poder. Gobernar buscando ante todo el bien de las almas a él encomendadas.
Estas tres funciones las cumplió el obispo Víctor Masalles con suma entrega, con dedicación y a cabalidad. Las cátedras que le dejó este obispo al pueblo dominicano se parecen a las cátedras de Moisés. Imagino a Masalles aconsejando a su pueblo utilizando las mismas palabras de Moisés: «Todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo, pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas».
Por faltas de esas cátedras el pueblo dominicano llora hoy amargamente junto al pueblo hermano de Baní el impensado y sorpresivo retiro de este obispo de Cristo Jesús.