Santo Domingo-Este jueves 19 de junio, la Iglesia Católica celebra con solemnidad y fervor la fiesta del Corpus Christi, una de las manifestaciones públicas de fe más significativas en el calendario litúrgico, en la que los fieles proclaman la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Esta conmemoración, que tiene siglos de historia, sigue hoy siendo testimonio vivo del misterio central del cristianismo: el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entregados por la salvación del mundo.
La solemnidad tiene lugar sesenta días después del Domingo de Resurrección, y está destinada no sólo a celebrar la institución de la Eucaristía, sino también a reafirmar la fe en la transustanciación: el milagro por el cual, según la doctrina católica, el pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
La raíz de esta celebración se encuentra en una visión mística. En el siglo XIII, Juliana de Cornillón, religiosa cisterciense nacida en Lieja (Bélgica), experimentó una visión en la que vio la luna llena con una mancha oscura, símbolo de que algo faltaba en la vida litúrgica de la Iglesia: una fiesta para honrar la Eucaristía. Movida por esta revelación, impulsó ante las autoridades eclesiásticas la instauración de una festividad que rindiera culto al Santísimo Sacramento.
Fue así como en 1246, el Obispo de Lieja, Roberto de Theorette, celebró por primera vez el Corpus Christi, respondiendo a aquella inquietud espiritual. Años después, un milagro confirmó la necesidad de esta celebración a nivel universal: en 1263, en Bolsena, Italia, un sacerdote lleno de dudas sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía fue testigo de cómo la hostia consagrada sangraba durante la misa. Este evento prodigioso llegó a oídos del Papa Urbano IV, quien decidió extender la festividad a toda la Iglesia.
No sólo instituyó la fiesta, sino que encargó a Santo Tomás de Aquino la elaboración del oficio litúrgico. De su inspiración nacieron himnos que todavía resuenan en los templos católicos, como el “Pange Lingua” o la sublime secuencia “Lauda Sion”, que se entona durante la misa de este día.
La solemnidad de Corpus Christi trasciende el ámbito del templo para salir en procesión pública, una de las más emblemáticas de la liturgia católica. En ella, el Santísimo Sacramento, expuesto en la custodia, recorre las calles, bendiciendo a los pueblos y ciudades, acompañado por fieles, flores, incienso y cantos.
