¿Qué experiencias nos dejan los debates de ANJE?
Por: Rafael A. Escotto
La Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) logró, con el éxito que siempre se ha esperado de la inteligencia de una institución de jóvenes emprendedores, con el beneplácito del liderato de los partidos políticos y de la Junta Central Electoral (JCE), organizar, establecer y ofrecerle a la sociedad dominicana vivir la experiencia de unos debates entre candidatos presidenciales, vicepresidenciales, para senadores y diputados que aspiran a ser electos en el certamen comicial a celebrarse el 19 de mayo de 2024.
En esta clase de polémica o confrontación de ideas se busca mostrar frente a la audiencia nacional e internacional de posibles electores o a la crítica política las diferentes posiciones e ideas sobre una variedad de temas fundamentales previamente escogidos y, al mismo tiempo, oír y valorar las argumentaciones o razonamientos dialécticos de los candidatos.
Suponemos que ANJE debió de agotar varias jornadas de concientización del liderato de los partidos políticos antes de poner en acción esta técnica de comunicación dirigida a que los electores arriben a una conclusión y tengan sus puntos de vista o material informativo bien claros sobre los candidatos antes de votar. Los técnicos en comunicación a los que debió invocar ANJE para la preparación y organización de estos debates siguieron punto por punto la regla exigida para esta clase de confrontaciones.
Dicho lo que antecede en favor de ANJE, nos enfocaremos en este trabajo a analizar, desde este Monumento literario, la participación de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República en los debates celebrados el 23 y 24 de abril de 2024 en el paraninfo de la prestigiosa Universidad Pedro Henríquez Ureña, en Santo Domingo.
En cuanto a la exposición del expresidente de la República, presidente del partido Fuerza del Pueblo (FP) y candidato a la presidencia doctor Leonel Fernández Reyna, debemos decir que este expositor lucía tenso, su rostro aparentaba el de una persona envejecida. El maquillaje y la corbata no pudieron ser peores. Sin embargo, sus gestos y su verbosidad daban la impresión de un académico eminente ya retirado de las aulas, entregado a vivir su retiro holgadamente y, posiblemente, escribir su memoria.
Respecto al licenciado Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), este exhibió la fogosidad de una persona ansiosa por dominar el escenario y ser reconocido. Su maquillaje tampoco fue el mejor, se le notaba sudoroso y su rostro brilloso, la corbata roja tampoco fue lo más adecuado; sin embargo, sus argumentos, réplicas y refutaciones eran detallados, minuciosos y al punto, como el alumno que memoriza la clase. Su exposición fue vigorosa y radiante. No hay la menor duda.
Su posición en el debate era cómoda, toda vez a que no tenía nada que perder políticamente. Su actuación en ese cuadrilátero venía siendo la de un boxeador novato paleando por primera vez con Muhammad Ali (Luis Abinader) y Sonny Liston (Leonel Fernández), sin importar que lo noquearan en el primer round, de toda forma la hazaña lo llevaría a las páginas del libro de la historia de la política dominicana.
El presidente, licenciado Luis Abinader Corona, quien busca la reelección, estuvo impecablemente vestido, sin corbata. Lucía desahogado, a diferencia de sus contendores. Mostró la figura de un expositor confiado, dominando cada tema. Su maquillaje estaba correctamente aplicado sin excesos de cosméticos. Sus gestos y ademanes sintonizaban en cada acto la intensidad que quería darle a sus respuestas. Sus alegatos o contrarréplicas fueron esclarecedores y puntuales, sobre todo con respecto a Haití. No hay duda de que su exposición fue lo que se esperaba de un jefe de estado en el poder. Estuvo brillante y mostró su alta calidad profesional.
Creo que los tres participantes, Leonel, Luis y Abel, sobrepasaron sus propias expectativas discursivas, ofreciéndole al público que observó el debate por la televisión nacional una agradable impresión sobre sus capacidades para gobernar la nación en democracia. En el tema de Haití, Leonel hizo un giro histórico improcedente en el tiempo, como si pretendiera desvincular de responsabilidad sus doce años de gubernatura.
En cuanto corresponde al debate de las tres damas candidatas a la vicepresidencia de la República, las tres dieron un concierto de seguridad en el manejo de los temas que les fueron propuestos. Raquel Peña, actual vicepresidenta y quien busca la reelección junto a Luis Abinader en la boleta del Partido Revolucionario Moderno (PRM), su tono mesurado y juicioso es natural en ella, sin agresividad ni jactancia. Mostró un espíritu sosegado, siendo prudente en sus exposiciones y sagaz en las respuestas. En ella se da lo que dijo Aristóteles: «La felicidad reside en el ocio del espíritu».
Zoraima Cuello, compañera de boleta de Abel Martínez por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en algún momento del debate lució brevemente confundida, pero su participación fue buena y sus respuestas a las preguntas fueron concisas y oportunas. Ingrid Mendoza, candidata junto a Leonel Fernández por la Fuerza del pueblo (FP) mostró dinamismo, destreza y sostuvo un discurso agresivo.
Debemos saludar el hecho histórico que ha marcado la política dominicana con acento prosódico y es el acto sin precedente de que un presidente en funciones aceptara sin pretexto debatir con sus opositores en condiciones de igualdad, aun reflejando las estadísticas recientes que Luis Abinader mantiene un nivel de apoyo popular que sobrepasa el doble de sus contrarios (ronda el 60 por ciento), un acontecimiento electoral nunca visto por estas tierras caribeñas de dictadores y de pichones de autócratas elevados a esa condición por los melifluos de los palacios insulares.
En los tiempos que gobernó Leonel Fernández el país le propuso el establecimiento de los debates políticos con los opositores de entonces y este los rechazó, refugiándose en excusas que muy bien pudo haber alegado hoy Luis Abinader y, sin embargo, este no lo hizo, sometiendo su participación a la opinión pública, como debe hacerlo un jefe de estado democrático.
No es de votos lo que estamos tratando de expresar en estas páginas, es de la nobleza que debe exhibir un gobernante frente a su pueblo. Quiero cerrar con el llamado que hace el poeta y educador estadounidense Henry Wadsworth Longfellow: “¡Sé noble en cada pensamiento y en cada obra!”. Gracias presidente Abinader por su generosidad y por ser condescendiente en extremos por la prueba que les dio a los dominicanos de exponerse, sin retroceder, a la consideración de su pueblo.