Restauración e independencia

Ayer los dominicanos conmemoraron el 160 aniversario de la batalla de la Restauración, cuya gesta revolucionaria fue protagonizada por patriotas que fundamentaron su misión en rechazar la anexión a España y consagraron sus vidas en la consecución de preservar y fortalecer la Independencia Nacional y la proclamación de la República en el año 1844.
Luego de la separación del yugo haitiano, después de 22 años de dominio absoluto de esta parte de la isla, el general Pedro Santana asumió un plan para incorporar la nación a España y de ese modo República Dominicana dejaría de ser una nación libre, soberana e independiente.
El propósito entreguista y antinacional de Santana despertó las fibras patrióticas de soldados de la Patria, quienes conjugaron el arrojo, la valentía y la voluntad política para enfrentar con firmeza y seguridad a los españoles y lograron vencer a los invasores, tras rebasar la desigualdad militar y la falta de logística.
Justo el 16 de agosto de 1863, en un acontecimiento heroico, Gregorio Luperón, Ulises Francisco Espaillat, Gaspar Polanco, Santiago Rodríguez, Benigno Filomeno de Rojas, Benito Monción, Federico de Jesús García, José Antonio Salcedo, José María Cabral, Lucas Evangelista de Peña, Máximo Grullón, Pedro Antonio Pimentel, Pedro Francisco Bonó y Ricardo Curiel, encabezaron la guerra de la Restauración, con el apostolado de conservar y consolidar la dominicanidad e identidad nacional.
Sustentaron su accionar en las sentencias de Juan Pablo Duarte, ideólogo de la fundación de la República, las cuales rezan: “Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla”, y “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”.
Desde 1863 hasta el 1865 se libró la Guerra de la Restauración, para restaurar y afianzar la construcción de una nación libre; por ellos y Los Trinitarios, hoy República Dominicana tiene su propia identidad y la Bandera, el Himno Nacional y el Escudo son los símbolos que la identifican ante el mundo.
Todo comenzó con el Grito de Capotillo, allá en la zona fronteriza de Dajabón, cuando el general Santiago Rodríguez, lideró a un grupo de patriotas, quienes izaron la bandera dominicana en el inicio de la guerra restauradora contra los españoles y los traidores nacionales encabezados por Pedro Santana.
Cierto, el plan de nación elaborado por Duarte y quienes junto a él edificaron a República Dominicana, está inconcluso, por tal razón, hay que continuar la lucha basada en los principios de los patriotas y tejer los proyectos que contribuyan con la cristalización de las ideas para instaurar una nación con plena independencia.
¡Loor a nuestros héroes!
¡Qué viva República Dominicana!