Ulises Francisco Espaillat: el presidente que renunció al poder antes que a sus principios

Por Abril Peña
El Pregonero RD
Cada 2 de junio, la historia dominicana recuerda —en voz baja— la muerte de uno de sus presidentes más honestos, menos recordados… y más radicales en términos éticos: Ulises Francisco Espaillat Quiñones.
Nacido en Santiago de los Caballeros el 9 de febrero de 1823, Espaillat fue un político, escritor y educador que llegó a la presidencia de la República en 1876, en una época turbulenta, plagada de caudillismo, traiciones y luchas armadas por el poder. Pero su gestión duró apenas cinco meses.
¿La razón? No quiso ceder a las presiones de los militares ni a las redes clientelares de la época. En vez de convertirse en cómplice, prefirió renunciar.
Un presidente que no encajaba en el juego
Su visión política era casi utópica para el contexto dominicano del siglo XIX: defendía el respeto institucional, la libertad de prensa, la educación y, sobre todo, la moralidad pública. En su brevísimo mandato intentó aplicar reformas que chocaron con los intereses de los sectores de poder acostumbrados a lucrarse del Estado. No pactó. No transó. Y no duró.
En su momento escribió:
“Preferí perder el poder antes que traicionar mis convicciones.”
Y así fue.
Un legado enterrado, pero necesario
Espaillat murió el 2 de junio de 1878. No dejó fortunas. No dejó escándalos. Dejó un ejemplo. Uno que ha sido más citado que seguido, más honrado con placas que con políticas reales.
En una sociedad donde la corrupción a menudo se trivializa y hasta se justifica como “buscarse lo suyo”, rescatar a figuras como Espaillat no es solo un acto de justicia histórica, es un acto político en sí mismo. Es poner sobre la mesa una verdad incómoda: sí se puede gobernar con principios… pero cuesta caro.
¿Por qué nadie habla de él?
Quizás porque no tiene una estatua imponente, ni un aeropuerto, ni un partido político que lo use como emblema. Tal vez porque su modelo de liderazgo no se presta para la autopromoción. Pero su nombre sigue ahí: el municipio Espaillat (Moca) lleva su apellido. Y su historia, aunque olvidada por muchos, sobrevive en los márgenes de los libros escolares.
En tiempos de ruido y escándalo…
…la figura de Ulises Francisco Espaillat se alza como un símbolo silencioso pero poderoso de lo que podríamos ser, si tan solo recordáramos que la política también puede ser decente.
En este mes de junio, vale la pena preguntarnos:
¿Qué pasaría si más líderes renunciaran al poder, en lugar de a sus principios?