Opinión

Una Ucrania corajuda baja los humos al nuevo zar

Hace ya un año y más de 5 meses desde cuando, mostrando un enorme irrespeto por la humanidad, y un desprecio absoluto por la vida y la soberanía de las naciones, un resentido ultranacionalista dictador ruso, que ya había acumulado una enorme cantidad de tropas en las fronteras de Ucrania, obnubilado por sus aires de supuesta grandeza, decidió invadir a su pacífico vecino, sin que mediara para ello ningún tipo de provocación.

 Vladimir Putin, quien negaba constantemente de manera cínica que la movilización del ejército hacia las fronteras ucranianas era para iniciar una agresión masiva contra esa nación soberana, que en el pasado había sido sometida repetidamente por los tiranos rusos de todos los tiempos, finalmente ese fatídico día 24 de febrero de 2022, decidió dar inicio a la brutal invasión que sigue bañando en sangre el campo de batalla, destruyendo las ciudades y asesinando a la población civil con una saña que raya en crímenes de lesa humanidad.

 Una «Operación Militar Especial», según nombró Putin eufemísticamente a su invasión masiva, que se ejecutó para obtener sus perversos objetivos en unos cuantos días o semanas, pero que sorpresivamente se ha extendido por más de 15 meses y andando, luego de la humillación asestada por el bravo ejército ucraniano cuando derrotó y expulsó de los alrededores de Kiev sus tropas asesinas, sacando a relucir las enormes deficiencias de las fuerzas armadas rusas, de sus obsoletos armamentos, en el aspecto tecnológico, táctico y en el estratégico.

 Es debido a la imposibilidad de tomar por la fuerza a la capital, que Putin cambia de inmediato la estrategia y traslada su agresión al Donbás, en el este, donde cuenta con el apoyo mercenario de supuestos nacionalistas pro rusos, que sabemos que no son tales, sino individuos traidores que se vendieron al enemigo para destruir su país y rusos enviados por Putin como punta de lanza, que creara las bases para una acción guerrillera sostenida y financiada por el Kremlin, los que ahora utiliza como soporte en esta guerra que estrena su primer año.

 Es evidente que sin la ayuda de la OTAN y la Unión Europea, incluyendo a El Reino Unido, y sin ese gran coraje y valentía mostrados hasta ahora, por sus soldados y su ejemplar y heroico presidente, Ucrania, probablemente no hubiera podido resistir la masiva agresión armada del neofascista ejército ruso enviado por el nuevo Hitler, a ocupar y anexionarse todo su territorio, alegando falsos postulados ultranacionalistas elaborados en su obnubilado cerebro, enfermo de arrogante soberbia imperialista.

 Obviamente que el autócrata ruso no contaba con la férrea unidad que ha mostrado Occidente en todo el trayecto del período bélico transcurrido desde el inicio de la bárbara agresión rusa, ni con la inquebrantable voluntad con la que se ha decidido a darle soporte a la brava nación ucraniana y a su también bravo presidente, Volodimir Zelenski.

 «Hace un año, el mundo se preparaba para la caída de Kyiv. Bueno, acabo de llegar de una visita a Kiev y puedo informar que se mantiene fuerte. Se mantiene orgullosa, se mantiene erguida y, lo que es más importante, se mantiene libre». «Ucrania nunca será una victoria para Rusia». Joe Biden, en su último discurso en Varsovia, Polonia.

 Es de urgencia que Occidente, encabezado por ese gran país que se llama Estados Unidos de América, siga apoyando, pero también incrementando los aportes de armas, incluyendo de largo alcance, que puedan golpear a lo profundo del territorio ruso, de aviones de combate de última generación y muchos tanques de fabricación occidental, para poder enfrentar con éxito las criminales ofensivas enemigas, y finalmente poder derrotar al peligroso y sumamente agresivo, criminal de lesa humanidad, Vladimir Putin.

 ¡Viva Ucrania libre y nunca esclava del neofascismo ruso!

jpm-am

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