Opinión

A sembrar confianza, recuperar esperanza y un amasijo de preguntas para mayo

Por Emiliano Reyes Espejo

Confianza y esperanza. Dos valores intangibles, dos conceptos sutiles que dado el actual proceso electoral deberán “resurgir como el ave fénix”, como herramientas indispensables y de uso común entre los estrategas de las campañas proselitistas de los partidos políticos.

¿Diseñarán los expertos de los partidos sus campañas electorales partiendo de la confianza y la esperanza como sus ejes esenciales? ¿Quién presentará el mejor plan de gobierno, los frentes opositores o los actuales gobernantes?

En los convulsos momentos actuales, la confianza y la esperanza adquieren mayor peso que nunca, incluso más que las propias promesas vacías que formulan los políticos en campaña, como aquello de que saciarán el hambre sempiterna de los pobres, que ayudarán a crear empleos masivos para todos los jóvenes y adultos, y que elevarán la calidad de vida y progreso a la clase media.

¿Por qué estos conceptos son ahora más valiosos que las promesas de campaña? -Porque la gente ha perdido la confianza en su clase política y si se pierde esta, se derrumba de paso, la esperanza. Por tanto, es lógico que el pueblo esté empapado de estas dos concepciones como garantía para su plena participación en el proceso electoral de mayo.

Los niveles de ausencia del votante en las urnas en las elecciones municipales del 18 de febrero, que se estima entre 53 y 60% (hay diferentes variables), es fruto, entre otros factores, de la falta de confianza y esperanza que ha reinado durante años, décadas, en un amplio sector de la población que se ha visto esquilmado por la propaganda falsa, quimérica y llena de “trucos malolientes” de los políticos de marra.

Lo lógico sería que, a mayor consolidación de la democracia, una mayor cantidad de ciudadanos acuda a ejercer su derecho a votar, pero desgraciadamente no es así.

Amasijo de preguntas sin respuestas

No existe, por tanto, ninguna explicación para que esta vez los partidos se lancen al ruedo electoral sin tener estudios profundos, realistas, acerca de la cruda verdad que abate a la población en su día a día. Las organizaciones parten siempre, o casi siempre, para diseñar sus estrategias, de percepciones incubadas en poltronas burocráticas, las cuales tienen visiones distorsionadas de la realidad de los barrios y de las poblaciones rurales empobrecidas.

¿Qué proyectos han elaborado los partidos para enfrentar el hambre y erradicar la pobreza? ¿Cuál es su posición acerca de las pensiones como redención social de los empleados públicos? ¿Qué planea hacer el gobierno del 2024-2028 con los recursos de la AFP? ¿Cuántos partidos o líderes políticos, en el gobierno o en la oposición, han convocado a la prensa para revelar un estudio sociológico, socioeconómico de raigambre científica y tecnológica acerca de la situación, por ejemplo, de los niveles de pobreza que afectan a la población y sus propuestas de solución? ¿Determinarán éstos la situación real de nuestra valiosa zona fronteriza y sus posibles soluciones? ¿Realizarán una investigación a fondo acerca del Sur Profundo y su petrificada miseria?

Otras preguntas que deben hacerse los expertos que asesoran o pululan en los partidos y en el gobierno serían: ¿Qué partido ha presentado, o el propio gobierno, un estudio del impacto socioeconómico o la transformación que producirá la construcción de la Presa de Monte Grande, ubicada entre Azua, Barahona y Bahoruco? ¿A quiénes beneficiará realmente esta represa? Y a partir de esos estudios ¿qué soluciones a problemas ancestrales plantean desde la óptica de sus partidos?

Además, ¿existe un macro plan para propiciar el desarrollo socio-económico para la rica región del Cibao y convertirla en una poderosa potencia económica regional?

Partidos y líderes congelados

Lo que se visualiza ahora es que los partidos políticos y sus líderes se encuentran congelados en  viejas prácticas del proselitismo tradicional, lo cual consiste en hacer un amasijo de promesas a veces fantasmagóricas, sin sustentos creíbles. Pero eso sí, adornadas de discursos persuasivos y estrategias mercadológicas (ahora usando Inteligencia Artificial-IA) dirigidos a convencer a los ciudadanos de que resolverán todos los problemas que afectan a la población. ¿El único objetivo?  Acceder al poder por la voluntad libérrima de esa masa de votantes, y ya en control del Estado, “se hace lo que sí tenemos pensado hacer”. ¿Y cuál es el as que tienen debajo de la manga? Beneficiar, no a los ciudadanos que acudieron a las urnas a votar, sino proteger a intereses mayormente económicos que los patrocinan.

Si no es así, espero “que alguien venga y me diga que todo lo dicho es mentira”, que me vociferen que estoy especulando y que las “realmente reales” son las bonanzas que los partidos y líderes políticos prometen en las campañas electorales, lo cual a resumidas cuenta casi nunca se cumple.

La práctica de muchos años de los partidos vigentes es rutina: No hay nada nuevo bajo el sol. Y en eso están sus liderazgos. Hablamos de viejos robles, de los teóricos, “los políticos modernos” y de la nueva camada que arribó al gobierno sin haber vivido, algunos, la desgracia de la miseria. También, nos referimos a una oposición que emerge y crea expectativas que luego se desinflan. Con esa vieja estrategia acceden al poder y gobiernan hasta que el pueblo descubre su engaño.

Silente y peligroso

Los políticos no atinan a ver que en el espectro político se asoma un fenómeno silente, peligroso, el cual los cogerá desprevenido a todos, debido a que son ellos mismos los que lo están empollando, cuando con sus prácticas politiqueras socavan la confianza y matan, poco a poco, la escasa esperanza que queda en el pueblo dominicano.

No se trata solo de los que nos gobiernan. También enfocamos la mirada a los que aspiran a gobernarnos. Para nadie es un secreto que prácticas como la institucionalidad, la solidaridad y el humanitarismo (condolerse de los demás) desaparecen, más bien mueren lentamente en manos de la nueva dirigencia política, de líderes empresariales, comunitarios y sociales, sectores que son indiferentes a las vicisitudes de una ciudadanía que agoniza en su lucha por sobrevivir.

Hay muchos temas que analizar y plantear a la población en estos tres meses de campaña electoral que nos esperan. Hay que evitar que esta cruzada proselitista se deslice por el oscuro trasfondo de las discusiones banales, insustanciales, sin sentido ni contenido.

En tal sentido, ¿qué creemos que se debe debatir? Las estrategias tienen que orientar sus enfoques a enfrentar la pobreza secular, con planes específicos de desarrollo que tengan sus respectivos presupuestos. Igualmente, plantear el problema de la emigración dominicana (un fenómeno que ahora estamos aplaudiendo, pero que además de la bonhomía tiene también sus bemoles) y la crisis que nos crea la situación y la inmigración haitiana.

Crecimiento económico ¿a quién beneficia?

Aquí sustentamos con alborozo y regocijo el crecimiento económico que ha registrado la economía en los últimos años, lo cual es cierto. Eso se ve reflejado en los sectores del turismo, financiero, bancario, construcción, telecomunicaciones, zonas francas, etc.

Por tanto, esperamos ver a los partidos opositores plantear en sus programas de gobierno lo que definitivamente piensan hacer para que ese crecimiento se transfiera a los sectores marginados, de manera que eso provoque una reducción de la pobreza y coadyuve a una mejor calidad de vida de los ciudadanos.

Igual esperamos más respuestas del gobierno, en el sentido de que, si retiene el poder, se comprometa a aplicar políticas más eficaces que contribuyan real y efectivamente a combatir la pobreza.

Somos de los que creen que lo que se ha hecho no  ha sido suficiente y preocupa, por tanto, que haya funcionarios que se regodeen de sus publicitados logros de estos cuatro años, cuando realmente aquí apenas se ha pellizcado el monstruo de la miseria que atemoriza al país.

Debatir sobre proyectos

La esperanza del país

En ese sentido, postulamos que los expertos y estrategas de los partidos de oposición se concentren en elaborar y proponer verdaderos programas de desarrollo y que los presenten al pueblo como alternativas reales de desarrollo.

Por su lado, los técnicos de alto nivel que tiene el gobierno deben evaluar y aterrizar los planes que han implementado y “corrijan lo que haya que corregir”. Es tiempo de reorientar algunos de los proyectos puestos en marcha para enfocarlos a favorecer más directamente a la población y a sus necesidades. Deben entender que en esta lucha está en juego la esperanza del país.

El hecho de que un estimado de 53.33% de la masa de votantes se abstuviera de ir a votar nos manda un mensaje, pues no solo debe ser motivo de preocupación, sino que, además, es una clarinada a los entes gobernantes (políticos, empresarios, banqueros, financieros, etc.) para que revisemos el factor confianza. ¿Ha perdido el pueblo su confianza en la clase política?

La desconfianza

Yo no soy quien lo digo, lo plantea un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que plasma la creciente pérdida de confianza de las poblaciones de los países de América Latina y el Caribe.

Los investigadores Phil Keefer y Carlos Scartascini, esbozan este problema en un artículo que titulan “Construir confianza para lograr la cohesión social y el crecimiento en América Latina y el Caribe”, el cual se basa en el “Informe Desarrollo en las Américas (DIA) 20212”, en el que el BID aborda los orígenes y las manifestaciones del problema de la confianza”.

En este trabajo Keefer y Scartascini se refieren a la forma como la mayoría de las personas terminan no siendo tan amables y tolerantes frente a los demás debido a la desconfianza. “Si son traicionadas, se vuelven desconfiadas”, enfatizan.

“Eso es lo que les ha sucedido a muchas personas en América Latina y el Caribe, donde solo una de cada diez personas cree que se puede confiar en los demás y solo tres de cada diez ciudadanos confían en su gobierno”, señalan en su trabajo los especialistas del BID. “De hecho, -según subrayan- América Latina y el Caribe es la región con los niveles más bajos de confianza en el mundo”. Eso esboza por tanto un trabajo duro que se debe realizar.

“La confianza es esencial para afrontar la desigualdad, el estancamiento de la productividad, el lento crecimiento, la delincuencia y el cambio climático”, explican estos expertos. Los políticos nuestros deben abrevar en ese estudio, ya que la falta de confianza y de paso la desesperanza son males que se están arraigando de manera peligrosa en el país.

Los expertos del BID precisan: “La confianza -que es la convicción de que las demás personas son honestas, responsables, de buena voluntad y que no actuarán de manera oportunista- es indispensable para la acción colectiva”.

Hecho estos señalamientos, nos cabe concluir preguntando ¿cimentarán los partidos políticos –de gobierno y de la oposición- sus estrategias de cara a mayo de este año 2024 en la recuperación de la confianza, sembrar el optimismo y la esperanza en la población dominicana?

*El autor es periodista

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