Partidos y legalidad

Decía el profesor Bosch, sobre el régimen político encabezado por el presidente Balaguer, que a ese gobierno “había que llevarlo a su propia legalidad”, frente a decisiones gubernamentales violatorias de la Ley.
Ese reconocimiento de rebelión frente al orden legal y constitucional, es pertinente recordarlo con motivo de la controversia que se ha creado entre la JCE y los partidos de oposición, la Junta tratando de hacer cumplir la ley y los partidos reclamándole que deje sin efecto la resolución que prohíbe las actividades proselitistas con motivo de la contienda interna de los partidos para escoger sus candidatos a los cargos electivos.
Esas actividades proselitistas estarán autorizadas cuando se abra la campaña electoral para las elecciones del 2024, mientras tanto las actividades internas tienen que ajustarse a las restricciones que impone la ley y que debe hacer cumplir la Junta.
Esa disparidad de actitudes entre Junta y partidos pone en evidencia aquella lección que reza: “La ley es el camino por donde no se debe transitar”, máxima que reconoce la vigencia de la tradición que privilegia el comportamiento primario e informal que rechaza la conducta racional basada en la ley y en la formalidad del orden jurídico.
La clase política dominicana sigue aferrada a la cultura tradicional que se empecina en hacer vigente el modelo de liderazgo que se materializa con la “dominación personal” basada en las relaciones personales y afectivas, en las que se forja el paradigma de jefatura caudillista, el cual se rebela frente al orden legal y racional.
Frente a esa barrera, la JCE debe hacer todos los esfuerzos posibles mediante el diálogo abierto y permanente, para si no hacer que los partidos se sometan al orden electoral establecido por las leyes y la Constitución, al menos para ponerlos en evidencia en su vocación contraria al orden y a la ley.
En todo caso hay que apreciar que esa rebeldía frente al orden legal electoral convertida en una estrategia político-electoral, constituye un comportamiento emocional y subjetivo que parte del resentimiento que surge de la frustración anticipada, al tiempo de ser una orientación política errada por carecer del necesario nivel de conceptualización con capacidad de convencimiento.
Esa desorientación, en consecuencia, carece de capacidad persuasiva y por eso se explica que, en unos dos años de medición por las encuestas, la estructura de preferencia electoral se ha mantenido fija, sin variaciones significativas y dentro del margen del error muestral.
La JCE debe tratar de evitar entrar en la confrontación con los partidos y por el contrario debe agotar todos los recursos en pro de un diálogo que lleve a la moderación de los partidos. Combatir la rebelión contra la Ley es difícil. Pero hay que insistir en la máxima de “llevarlos a su propia legalidad”.
¡Qué partidos y Junta armonicen posiciones!